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Dentro del aspecto político-social es imperativo pensar sobre las ideas centrales en las que se fundamenten nuestro sistema político de organización social. Realmente como seres humanos nos encontramos en una manifiesta situación de desigualdad en muchos aspectos, sean por la incorrecta distribución de la riqueza como país, o como la desigualdad de posicionamientos de los individuos en una sociedad necesariamente organizada por clases –digo necesaria porque en eso se fundamenta toda forma de organización política con fuente en el capitalismo- para su subsistencia. Y francamente, no es de idealistas, ni de utópicos plantear otras formas de organización social que busquen materializar los más necesarios principios de igualdad y equidad desde la perspectiva común sobre la individualidad y el sistema de organización social.

Lo que nos lleva a pensar si en verdad existe igualdad de condiciones –algunos autores lo denominan posiciones- de todos los ciudadanos en el desarrollo continuo dentro de los parámetros del desarrollo de la libre personalidad, tal como lo estableció la revolución francesa, y actualmente los principales instrumentos de derechos humanos que manifiestan: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” 2, aunque no diga expresamente el texto que nacemos en igualdad de posiciones, ya se establece una noción de igualdad entre los unos y los otros en dignidad y derechos, los cuales deben ir de la mano con los denominados derechos económicos, sociales y culturales, que se desarrollaron a posterior en materia de derechos humanos. En los que ya se asienta ciertas directrices importantes en materia de igualdad y dignidad de las condiciones de salud, educación, medio ambiente, cultura, entre otros puntos más, que son relevantes si hablamos de igualdad de condiciones. Por lo que se busca que en la sociedad deba existir una igualdad, en este aspecto, entre los individuos con la finalidad de limitar las brechas sociales mediante el reasignamiento de una parte de la riqueza que el Estado recibe mediante impuestos e ingresos en general -de esta forma cumpliendo con la igualdad de dignidad y derechos-, como política pública para repartir la riqueza de manera equilibrada3. Esta búsqueda de la igualdad se encuentra expresada en el sistema de seguridad social, en el buen sistema de educación pública, la salud y demás garantías básicas que debe cumplir el Estado, y que han sido en muchos países luchas que han llevado las diferentes banderas de izquierdas. Cuestión muy debatida por la academia y las diferentes escuelas en materia económica que han buscado limitar los caminos de la igualdad de posiciones estableciendo que un “Estado benefactor” o “Estado paternalista” es contraproducente para el desarrollo competitivo individual, dejando a un lado el sentido humanista, inclusivo y de igualdad del rol estatal.
No obstante, existen ciertas críticas sobre la idea de igualdad de condiciones, sobre todo desde el punto de vista económico y la postura de la acumulación del capital. Puesto que se establece que las estrategias de la igualdad de condiciones no es la solución para la desigualdad social en la práctica, ya que entran en juego otros factores como las migraciones, los apartheid sociales, las inflaciones escolares, la proliferación de profesionales, entre otros factores, que desde esta perspectiva afectan económicamente a las clases altas de la sociedad, reduciendo las oportunidades para la mayoría de las clases medias y bajas.
Esto nos lleva al segundo punto de análisis que corresponde con la igualdad de oportunidades, estableciendo que sin importar las limitaciones de clases que imponga el sistema como tal, cada individuo es libre de poder desarrollarse e ir escalando –en un sistema planificado- las diferentes posiciones según su grado de convicción y de trabajo. Que desde los estudios de Rawls, es común si revisamos las perspectivas de las derechas e izquierdas en materia de justicia social. Esta perspectiva ha sido muy difícil de pragmatizar en virtud de los estereotipos, discriminaciones, evaluaciones de capacidades basadas en la subjetividad arbitraria, entre otros factores, que dan una imagen de ficción a una igualdad plena de oportunidades. Las políticas en esta materia de ciertos gobiernos de corte liberal como los de Thatcher, Bush, etc., que han dado prioridad a la igualdad de oportunidades sobre la de condiciones, estableciendo un orden moral basado en la competitividad extrema4 en el que los que pierden ante esta competencia extrema están afuera y lejos de poder alcanzar el desarrollo, podemos ver que la unipolaridad en la aplicación de este modelo no genera más justicia que injusticia, ya que las oportunidades obedecen a circunstancias y desarrollo de la base social.
Estos dos sistemas en el que los diferentes gobiernos han optado como estrategias para poder fundamentar la justicia social, no son ajenos a nuestra realidad ecuatoriana si revisamos la Constitución de la República, la igualdad de oportunidades en el sentido laboral e inclusión social se encuentra en los artículos 47.5 y 61, así como en el caso de la familia en su artículo 67, entre otros. No obstante no ha dejado de lado las tesis de la igualdad de condiciones, como es el caso de los medios de comunicación, educación e inclusión, debido proceso y el sector comercial, en los artículos 16, 76 y 3365, etc. Es decir, las dos teorías se encuentran mezcladas dentro del panorama local en el esquema de derechos y obligaciones, y en una ligera parte como limitantes a los programas políticos de gobernabilidad, sin embargo no se manifiestan en la práctica ya que las garantías básicas que ofrece el Estado se queda solo en el papel y no se cumplen en la práctica por móviles económicos, sociales e individuales.
En conclusión, es fundamental establecer que la búsqueda de la justicia social, es la búsqueda de las soluciones a las realidades más crudas que enfrentamos como seres humanos organizados, sobre todo cuando la ideología reinante es el consumismo que como dice R. Acosta Cerón “Este consumismo tiene una matriz que es el mercado, que crea y recrea “necesidades” para los consumidores a través de inundaciones de imágenes, sonidos naturales, guturales o musicales, lenguaje directo o subliminal, no solo a través de los tradicionales medios de comunicación, sino por incontables audiovisuales que aparecen en redes sociales.”6, en la que la revolución tecnológica y el mercado globalizado nos hace olvidar nuestra naturaleza “humana” por la naturaleza del “consumidor”, borrando muchos valores que tenemos al momento de hacer políticas públicas, optando por el más salvaje sistema de igualdad de oportunidades –en el sentido de que son pocas y salvajemente competitivas las oportunidades de desarrollo para los individuos-, olvidando la importancia de la igualdad de condiciones para la subsistencia de una competencia justa, en el que todos arranquen con plena educación, salud y desarrollo. Por lo que no puede haber igualdad de oportunidades en la práctica si no existe un fuerte sistema de igualdad de condiciones para el buen desarrollo de los seres humanos de forma integral, siendo piedra angular de cualquier Estado que busca ofrecer en la practica un buen vivir (Sumak kawsay7) del que podamos disfrutar todos los ciudadanos.
1. Libertad, A. La ficción democrática. Rugido y carcajada. Madrid. 2013, p. 24.
2. ONU. Declaración Universal de Derechos Humanos. 10 de diciembre de 1948.
3. Dubet, F. Repensar la justicia social. Siglo veintiuno. Buenos Aires. 2014, p. 18.
4. Ibíd., p. 81.
5. Sobre este punto es importante manifestar que por inclusión, nos referimos a que en la Constitución se establece tanto mecanismos de igualdad de oportunidades como de condiciones respecto a las personas que tiene una discapacidad, ya que textualmente a eso se refieren los artículos 61, entre otros más.
6. Acosta, R. La seducción del Consumismo, p. 13.
7. En nuestra Constitución establecimos el sumak kawsay como creación propia de un modelo de desarrollo humano, que en otros sistemas se puede apreciar como el estado de bienestar, ya que guarda relación directa con el deber del Estado frente al individuo.
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