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Por: Rupturas

Fotografía: Archivo

¿Crónica de una traición anunciada?

No al cierre maquinado del colegio menor

 

Con no mucha sorpresa hemos asistido en estos últimos días a un pretendido cierre de una institución, el Colegio Menor Universidad Central, pues se ha anunciado semejante hecho atribuyendo a los estamentos de la mencionada institución educativa como los que han aceptado de forma voluntaria semejante despropósito. Creer que las cosas son así, o han sido así, no dejaría de ser una verdadera falacia o ingenuidad.

 

El tema no es tan sencillo como se podría creer, pues la historia del denominado colegio Menor, no empieza solamente con la nefasta administración del tristemente recordado Edgar Samaniego Rojas. La verdadera historia se remonta a los años setentas del pasado siglo cuando el entonces valeroso y heroico "Comité del Pueblo" conseguía de las autoridades universitarias de aquel entonces la creación del "Colegio del Pueblo", que luego se llamaría "Odilo Aguilar", en homenaje a un preclaro catedrático y dirigente magisterial. Para entonces, el colegio "Manuel María Sánchez", tenía ya años de vida importante en el desarrollo de la educación nacional, particularmente de la provincia de Pichincha. Las dos instituciones educativas, en condición planteles anexos a la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, se constituyeron verdaderos laboratorios de práctica pre profesional docente, cuya actividad generó paradigmas nuevos, pedagógicamente sustentados a partir de reconocer una hermosa realidad: en sus aulas estuvieron los mejores hijos de nuestro pueblo, a aquellos que se les cerraban las puertas en otros planteles educativos.

 

 

En el devenir de la década de los setentas, el colegio "Odilo Aguilar", se fue ganando el cariño y respeto de la comunidad, de las destartaladas y viejas aulas de la calle Galápagos, donde funcionó por mucho tiempo la también recordada "Universidad Popular", pronto pasó a ocupar los espacios de la ciudadela universitaria en el sector de Miraflores. Y es allí donde, piedra sobre piedra, ladrillo tras ladrillo, uniendo fuerzas y voluntades, se fueron construyendo bloques de aulas, mediante la autogestión, la ayuda de los organismos gubernamentales como el Congreso Nacional, la Embajada del Japón, por citar unos breves ejemplos. Es decir nadie ha regalado nada en la forja del querido Odilo, del viejo Odilo. Lo conseguido ha sido a base del esfuerzo comunitario y la gestión de autoridades del plantel y de la Universidad Central.

 

Pero, probablemente lo histórico resulta ser el accionar académico de esta noble institución. Por sus aulas han pasado generaciones de jóvenes que hoy dan lustre a su nombre en diversas áreas de la vida social, económica y política del país. Los sectores populares saben del accionar de la juventud odilense que siempre supo ponerse a la vanguardia de las luchas populares en defensa de los sectores más pobres y necesitados de Quito y la patria toda. Sus consignas reivindicativas no eran sino la voz viril de quienes no aceptaron dóciles la injusticia y la inequidad. Y allí es cuando las clases dominantes y los gobernantes de turno empezaron a sentir al plantel como una piedra en el zapato, cuyos afanes de cerrarlo o clausurarlo, siempre chocaron con la firmeza de una juventud dispuesta a dejar hasta la vida por sus ideales.

 

Causa indignación los hechos fraguados por el rector de la UCE, Edgar Samaniego, allá por el año 2008, que dejó como saldo la unificación de los planteles anexos a la Facultad de Filosofía y la separación de la mencionada institución para ponerla al mando del rectorado. Los argumentos esgrimidos en la pretensión de justificar semejante despropósito, cayeron por su propio peso, pues, no se puede admitir que un plantel anexo no sea imprescindible en el ejercicio de la práctica pre profesional docente que lo realizan los estudiantes de la Facultad de Filosofía, dentro del proceso de formación como docentes. Nadie podría admitir que una Facultad de Medicina no tuviese su hospital docente y otros para las prácticas de las ciencias médicas, o la plantación agrícola para las facultades de ciencias agrícolas, etc. Fue solamente el odio visceral y la actitud reaccionaria de Samaniego y su séquito que veía a los jóvenes estudiantes y rebeldes, como elementos indeseables.

 

 

Los colegios anexos, hoy denominado Colegio Menor, ha demostrado y justificado su vigencia y existencia de forma plena, solo así se explica que sean casi un millar de jóvenes que venían cursan sus aulas y que han expresado su ferviente deseo de continuar allí sus estudios. Los logros conseguidos en el orden académico, deportivo y social son importantes. Han incursionado con mucho éxito en diversos campos de la actividad educativa y cultural. El proceso de construcción del conocimiento, como un verdadero laboratorio humano y tecnológico, es la mejor muestra de su potencialidad. La práctica pre profesional docente no puede ser mejor que la que se ha venido realizando en el colegio, donde sus maestros, con autoridad académica, legal y científica, lo realizan principalizando los objetivos institucionales a los de cualquier otra índole.

 

Resulta entonces, inexplicable que las actuales autoridades universitarias, particularmente el Director General Académico, Dr. Jorge Ortiz junto a la rectora del colegio, se hayan afanado in extremis para, a través del engaño y el chantaje, hayan hecho firmar documentos a varios estudiantes y padres de familia, para ahora pretender hacer creer que el cierre es voluntario. De modo alguno el cierre puede ser voluntario, pues todo ha sido maquinado sin una justificación razonable y entendible, pues el argumento de disposiciones del nuevo Estatuto es una falacia porque dicho instrumento legal aún no ha sido aprobado; la supuesta disposición del CES, es otra gran mentira, no está de forma documentada por ningún lado. Entonces, lo acontecido hasta hoy no es sino el resultado de una maquiavélica maniobra de Ortiz, respaldado, con seguridad, por el vicerrectorado académico que no ha sido capaz de defender una unidad académica necesaria para la Facultad que prepara docentes y para toda la universidad.

 

Quienes de una u otra manera estamos ligados a la institución, ayer colegios anexos, hoy colegio Menor, expresamos nuestro profundo rechazo a la pretensión de cerrar la institución, a la vez que declaramos la decisión de luchar con toda nuestra fuerza y voluntad a fin de impedir que se concrete la inconsulta, arbitraria e innecesaria medida. Venimos de nuestro pueblo, el colegio es del pueblo y seguiremos luchando junto a él, hasta la victoria siempre.

 

 

 

EXALUMNOS, EXDOCENTES Y PADRES DE FAMILIA DE LOS COLEGIOS "ODILO AGUILAR" Y "MANUEL MARÍA SÁNCHEZ"

 

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